El ballet propone una nueva mirada sobre el universo encantado de El Cascanueces y convoca a los jóvenes talentos del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón. A través de esta reinterpretación, la obra invita al público a sumergirse en un viaje onírico que recorre la vocación artística, la imaginación y el porvenir de la danza argentina, poniendo en escena el compromiso, la creatividad y la proyección de las nuevas generaciones.

La temporada infantil del Teatro Colón despide el año con la presentación de El hada del azúcar, un ballet en un acto especialmente concebido para acercar a las familias —y en particular a los más chicos— al universo del ballet clásico. La propuesta combina accesibilidad y encanto sin resignar la excelencia artística, manteniendo el brillo y la emoción que distinguen al Colón como uno de los grandes referentes culturales del país. Las funciones se realizarán en la Sala Principal los días viernes 19 y sábado 20 de diciembre a las 16, y el domingo 21 a las 11, con una edad sugerida a partir de los cinco años.

La obra es una creación original del Instituto Superior de Arte del Teatro Colón, inspirada en el imaginario fantástico de El Cascanueces de Tchaikovsky. Con música del célebre compositor ruso, la coreografía, la dirección escénica y la dramaturgia están a cargo de Patricio Di Stabile, mientras que la conducción musical recae en Pablo Bocchimuzzi junto a la Orquesta Académica del Colón. La historia sigue a tres estudiantes de danza que, tras quedarse una noche en el teatro, viven una experiencia mágica en la que el edificio cobra vida y los sueños se mezclan con la realidad, guiándolos por un recorrido de descubrimiento, vocación y fantasía.

La puesta reúne a estudiantes de danza, alumnos de Artes Escenotécnicas, la Compañía Juvenil de Danza del ISATC, la Orquesta Académica y maestros invitados, con la participación especial de Susú Pecoraro en la voz en off. Cada elemento —escenografía, vestuario, iluminación y proyecciones— está diseñado con el cuidado característico del Colón, dando forma a una propuesta integral que conjuga formación, sensibilidad estética y proyección artística. Más que un cierre de temporada infantil, la obra se presenta como una apuesta por el futuro de la danza argentina y por la transmisión de un legado cultural a las nuevas generaciones.

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